viernes, 26 de octubre de 2007

Y de deberes: un post


Hacía años (¡¿desde el instituto?!) que no me ponían deberes. Y ayer me pusieron deberes: mis dos maestras me dijeron que hoy debía de hacer un post en el blog.

Con esta obligación resoplando en mi cogote me he levantado esta mañana. Sí, tengo que escribir un post como sea: este blog se deprime por momentos, con una de sus miembros a punto de fallecer por tuberculosis (aunque dice que su tos es muy sexy), otra que anda enamorada (o lo que es lo mismo: vive en otro mundo paralelo a éste) y con dos de ellas desaparecidas en combate (en sentido figurado, claro). Total, que al final tiene que ser menda lerenda la que evite el hundimiento de este Titanic peculiar, con cinco capitanas y algún que otro grumete, que navega entre hielos desde hace casi... ¡un año! Diooosss, el tiempo pasa inexorablemente (esto es de manual de filosofía barata) y las ideas se agotan (y se nota). Pero yo creo que ya he cumplido con mis deberes.

PD. No os creáis nada de todo este rollo que os acabo de soltar, era simplemente para justificar una entrada nueva. Y claro, una no puede dejar que la realidad le estropee un buen post (ejem, si es que éste ha sido bueno en algún momento).

jueves, 25 de octubre de 2007

Monstruos y monstruitos

Goya tenía más razón que un santo pero...

¿qué pasa si no duermes?¿produce monstruos en paro o pierdes la razón?

¿o si lo haces después de inflarte a absenta?¿produce monstruitos?

¿la razón produce doble si duermes acompañado? ¿los monstruos de cada durmiente entran en duelo?

si intentas ser irracional, ¿produce patatas grandes?

a más razón, ¿más monstruos?

Todo son dudas. Visto lo visto, lo único que queda claro es que todos (también Sex Luthor) deberíamos dormir más.

lunes, 22 de octubre de 2007

De estados de ánimo y esquizofrenias varias


Nosotros somos seres racionales, que diría Siniestro Total. Pero tanta racionalidad no es sana, que diría mi señora madre. Y yo deambulo entre una y otra tesitura a un ritmo que roza la esquizofrenia.

Expongo síntomas y busco empatía:

Llevo semanas apagando el despertador más feliz que una lombriz. Sin razón aparente. Tarareo todo el rato, duermo poco y me sobra energía. Me encanta mi trabajo.

Esta mañana la lombriz se ha levantado de mala leche. Sin razón aparente. Tengo sueño, me cansa caminar y no miro a la gente a la cara. Y, justo ahora, me espera una jornada intensiva de trabajo. Sin tiempo para pensar en nada más. Me encanta mi trabajo.

Ahora, si alguien quiere morir a pedradas, que se atreva a relacionar estas fluctuaciones con las hormonas femeninas.

jueves, 11 de octubre de 2007

Ratas




En esta profesión se habla de lo que a nadie le importa, pero no se habla de lo que le importaría a todo el mundo si lo supiera. Por ejemplo: se habla de la Feria de Frankfurt, pero no se habla de la imninencia de un nuevo caso Carmel. Por ejemplo: se habla del idioma, pero no se habla del negocio que presidentes y alcaldes tienen montado en la explotación de párkings por hora o fracción.

¿Por qué no se habla de lo que sí importa y en cambio se habla de lo que no? Pues no tengo ni puta idea, la verdad. Creo que es porque la información se valora más en secreto. Es decir: te pagan más por lo que NO publicas que por lo que publicas.

Lo que publicas cuesta un euro, dividido por los periodistas que trabajan en un diario sale a... poco. Lo que NO publicas, si lo publicas, puede costarte la vida.

El problema es que, hartos de remover mierda, a veces a los periodistas les da por salpicar un poco. Necesitan sacar marrones como sea. Y lo más sencillo es rebuscar en el estercolero de sus compañeros, que también están de caca hasta el cuello.

Así que se ponen a salsear rosadamente en la vida privada de otros periodistas, y les atribuyen mentiras y falta de profesionalidad, los acuestan con sus jefes y políticos, les ponen los cuernos. La cuestión es que, como siempre, hablan de lo que no le importa a nadie.

O lo que le importa a cuatro morbosos incapaces de ver realmente dónde está la emoción: en el subsuelo de este llamado osasis catalán, cuyas aguas en la superficie están tranquilas. Pero que, en el fondo, apestan.

lunes, 8 de octubre de 2007

Mi primer Sitges sin mí


Los cambios de trabajo tienen eso, que de vez en cuando te entra morriña. La causa de mi morriña pasajera (porque ya pasó) tuvo lugar en Sevilla. Allí he pasado el fin de semana, alojada en un hotel de esos que por tener enmoquetadas hasta las bombillas se creen que son más lujosos que ninguno. Ese hotel, un cuatro estrellas alejado del centro, una mole de ventanas y cortinas que se ve desde la autopista, me ha transportado directamente al Meliá de Sitges, un cuatro estrellas de esos que por tener enmoquetados hasta los grifos y tener la habitación forrada de espejos se cree más lujoso que ninguno.

Es en el Meliá donde se alojan los periodistas que van a cubrir el festival de cine fantástico de Sitges, donde tienen lugar las ruedas de prensa con los directores y los actores y en cuyo auditorio se congrega el gremio de reporteros y críticos a partir de las ocho de la mañana para desayunar con zombies, fantasmas y viajes en el tiempo. Lo sé porque he cubierto el festival durante unos años. Hasta 2006.

El festival de Sitges de este año se inauguró el jueves pasado y yo no estaba allí. El jueves yo estaba haciendo la maleta para pasar el fin de semana en Sevilla. Y lo que yo no sabía es que el hotel me transportaría al mismo hotel de Sitges donde por las noches, cuando se apagan las luces, los fantasmas se revuelven entre las cortinas y los zombies acechan bajo la cama.

Lo que yo no sabía es que en Sevilla iba a vivir mi primer Sitges sin mí.

martes, 2 de octubre de 2007

Bonos de llamada


Los periodistas estamos acostumbrados a perseguir, vía teléfono, a los que están detrás de la barrera: jefes de prensa de politicuchos, fuentes que no quieren serlo y animalillos prejuiciosos que huyen a la voz de "¡prensa!". Podemos marcar el mismo número, en una tarde, 40 veces sin sentir vergüenza hasta conseguir la respuesta que buscamos. Electrifica los nervios, pero es lo que hay que hacer. Y punto.

La cosa cambia cuando buscas respuestas en el mundo real. Y empiezan las reglas sacadas de un consultorio de la Super Pop. A saber:
- No llames a nadie el día siguiente de la primera cita
- No escribas un mensaje hasta que el interlocutor te ha respondido el último
- Deja un margen de seguridad entre cada una de tus llamadas (dos días mínimo)

Y hay más. Por eso, cuando quieres llamar a alguien, lo haces a través de los bonos que has acumulado. Por ejemplo, si el interlocutor te llamó la última vez y de eso hace más de 12 horas, tienes siete minipuntos para una llamada (con un mensaje gastarías 4 y los tres que quedan no te servirían para nada, be carefull!). Y la rueda sigue así.

Frustrante. Sobre todo para alguien acostumbrado a darle al botón de rellamada cada cincos segundos, durante una tarde, ininterrumpidamente.