viernes, 14 de marzo de 2008

Apagar fuegos con lágrimas


Esta semana ha sido muy rara en la empresa. Un día, a media mañana, sonaron las alarmas de incendios. Tuvimos que salir pitando, es decir, entre pitidos, agudos, horribles, que te escoltan hasta que sales al aire libre.

Salimos todos al patio —como en el colegio— y allí el jefe de cada grupo nos pasó lista. Estábamos los 13. Contados todos, me dediqué a mirar a mi alrededor. Éramos más de 150 y, por primera vez, fui consciente, con todos los cuerpos ahí presentes, de la cantidad de gente que trabaja en mi mismo edificio. Hasta entonces, las 150 personas se reducían a encuentros casuales con algunas de ellas en las escaleras, la máquina del café, la cocina, el baño o la parada del autobús. Al final te parece que ves siempre a los mismos y que en realidad en tu edificio sólo trabajan 20.

El caso es que, entre las 150 caras, no podía dejar de mirar a la que le resbalaban lágrimas por las mejillas. ¿Estaría recordando un episodio similar en el que murió algún ser querido? ¿Estaría afectada por los pitidos de las alarmas —la verdad es que son enloquecedores—? Nada de eso. Le acababan de echar una bronca a la pobre mujer.

Cuando te echan una bronca de esas que te hacen llorar, te vas corriendo al baño y no sales en horas. Hasta que lo ojos se te han deshinchado. Y te has podido lavar la cara con el agua fresca que sale del grifo de la dignidad, que va haciendo esfuerzos por recuperarse. Imagino a la mujer encerrada en el baño, sentada en la taza del wáter, sonándose los mocos con el papel higiénico... y suena la alarma de incendios. Hay que joderse. Ella intentando apagar su propio fuego y va y a la empresa le da por organizar un simulacro.

Un mal presagio, sin duda. Hoy es viernes y han dedicido no renovar el contrato a una persona de las 150 que salieron al patio, obedientes y organizadas. Pero ésta no era una de las caras anónimas, ésta era una de las 20 con las que suelo cruzarme. Y hoy le resbalan lágrimas por las mejillas.

2 comentarios:

Marta Luth dijo...

mmmmm, a mí lo de la tipa llorando sentada en la tapa del WC me suena de algo...

Anónimo dijo...

¿Simulacro?...De lo contrarío de lo que sucedería en caso de emergencia. Otro tramite más de las empresas. Dichosos planes de seguridad.
Y sobre la del W.C. no creo que merezca la pena llorar por una bronca, todos nos equivocamos. Las broncas son para los niños de preescolar cuando pintan en las paredes o tiran las cosas por ahí.