martes, 1 de abril de 2008
Semana self-service
Hay semanas en las que uno deja que el jefe haga con él lo que quiera. A eso yo le llamo “la semana self-service”. Y quiere decir lo que quiere decir, que el jefe se sirve lo que quiere y cuando le apatece: que pide una vertical, pues tú te pones a hacer el pino, caminando con las dos manos y haciendo eses por la redacción; que reclama los cristales más limpios dos horas después de que haya acabado tu jornada laboral, pues tú pillas el xampa y le das con brío a las ventanas. Y así hasta que acaba la semana. La p... semana.
Hay gente que llama a esta semana “la del cierre de una revista”: los horarios se desbordan y las exigencias de los jefes son siempre extravagantes e inoportunas por definición. Precisamente por eso, yo he bautizado estas horribles jornadas como las de self-service. Creo que mi apelativo se ajusta más a la realidad. Lo demás son puro eufemismo.
A cambio, cuando este infierno acabe, te vas a coger “happy hours” cuando te apetezca, y podrás mirar cositas por Internet, perderte en el YouTube, hundirte en gestiones absurdas, imaginar destinos para tus vacaciones y relacionarte con tu familia y amigos desde el trabajo... Es una especie de intercambio: tantos días de self-service equivalen a un montón de happy hours. Pero un montón.
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4 comentarios:
Me hubiera gustado un trabajo como ese. Envidia me da.
Soy funcionaria: 40 horas semanales, rigurosas e inamovibles en virtud del organismo en el que he recalado, con jornada de tarde lunes, martes y a elegir miércoles o jueves.
Eso sí: los fines de semana los tengo libres y si la jefa se pone tonta le saco a relucir el estatuto del funcionario o las directrices europeas o la última circular del departamento de salud laboral, y se lo tiene que tragar.
Me encanta tu ironía...
Cuando escribes en el blog, es una semana selfservice o es una happy hour?
Entre pino y vertical, me 'escapo' en una 'happy hour' que me adjudico yo misma, como adelanto del self-service.
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