martes, 20 de abril de 2010

Correos exhibicionistas para mentes exhibicionistas

Esta semana he rebido en mi dirección del trabajo dos correos de dos personas a las que no conozco de nada y que me cuentan —a mí y a otras 200 personas más puestas en copia oculta— que han introducido nuevas entradas en su blog. Quieren que entre en el blog, que lea lo que han escrito y que les haga un comentario. Claro, de qué sirve escribir un blog si nadie te lee y si el lector, uno de tantos navegantes, no se manifieta y no deja su impronta. Escribimos para que nos lean. Somos adictos al feed-back. Ya que nos desnudamos, que sea para algo, ¿no?

Utilizamos Internet para buscarnos y para que nos busquen. Lo contaba hace unos días Llucia Ramis en la presentación en Barcelona de su última novela, Egosurfing, que pronto saldrá en castellano.

Gracias a los blogs, al Facebook y al Twitter, todos somos periodistas y cronistas de nuestra propia cotidianidad. El mero hecho de pensar en algo, de inventarse algo, lo que sea, es motivo de exhibición. Los blogs son las Cartas al director de ahora. Durante décadas, los periódicos han sido el único escaparate donde exponer opiniones, quejas y también felicitaciones. Hay lectores que se han convertido en auténticos profesionales de la sección. No hace mucho leí una carta en un diario y me fijé en la firma: ¡era el mismo tipo que durante años enviaba cartas al diario en el que yo trabajaba! Ignoro si esa persona tiene un blog (¿no lo he buscado todavía en el Google?), pero no me extrañaría en absoluto. Aunque, ahora que lo pienso, si tuviera blog seguramente habría dejado de escribir a los diarios, porque con el blog ya tendría satisfecha su dosis diaria de exhibicionismo.

El caso es que la autora de Egosurfing tiene más razón que un santo cuando dice que lo primero que hacemos en el Google Earth es buscar nuestra casa, y que metemos nuestro nombre en el Google para cerciorarnos de que existimos en alguna parte de este universo paralelo de almas desnudas. Y escribimos en blogs para que nos lean la mente y los pensamientos. Es así. Yo también lo hago. Lo que no sé si haría (aunque nunca se sabe: las adicciones son muy malas) es enviar un correo a todos mis contactos para decirles que lean mi nueva entrada y que me dejen un comentario. Entre otras razones porque el 97,2% por ciento de mis contactos no sabe que escribo en un blog.