viernes, 28 de septiembre de 2007

Scarlet se casó





Estaba el Equipo T como cada jueves celebrando su Noche T, cuando de repente, Scarlet Ojalá dijo: "Bueno, chicas, que me caso". Joder, a mí se desbravó la cerveza del susto.


Peter Parker y yo nos miramos, conscientes de que teníamos que decir algo, enhorabuena, o guay, o qué de puta madre, o lo siento. Yo qué sé, pero algo. Pasaban los minutos, y nada, nadie se atrevía a abrir la boca. No recuerdo ni qué ponían en la tele, aunque la tele del bar era la única que hablaba.


Por fin me animé y dije: "Y con quién vas a casarte?". Porque, que nosotras supiéramos, Scarlet se inventó un novio un día y le hemos seguido el rollo hasta ahora. Pero de ahí a casarse hay un paso, porque ya me dirás tú el paripé de presentarse sola en el altar, y ponerle un anillo a un tipo que no existe. Eso, claro, si es que había decidido casarse por la iglesia, que no nos lo había dicho. De hecho, tampoco nos había dicho cuándo se casaba.


"El jueves que viene", aclaró. Menuda mierda, nos íbamos a quedar sin Noche T. O no, porque su intención era ir al ayuntamiento, firmar, y volver al trabajo. En cualquier caso, luego haría una fiesta el sábado, y ésa sí que no nos la podíamos perder, porque sería allí donde averiguaríamos con quién coño se casaba -o creía casarse- y qué pasaría después.


La cuestión: que una intrusa pasó a buscarnos a Peter Parker y a mí el sábado por la noche, y nos fuimos las tres tan campantes a la fiesta. Scarlet nos había prometido una y mil veces que la suya no sería una boda al uso, que se casaría de corto y blablablá. Pero cuando llegamos a la casa rural (Peter en vaqueros) nos dimos cuenta de que nos había mentido como una bellaca.


Ahí había gente, y discursitos, y lagrimillas, y corbatas y chalecos y zapatos y (ésa es la cuestión) una música de bodorrio. Incluso había baile inaugural; uno de esos bailes en los que los novios bailan juntos y solos y luego animan a todos los demás a que también bailen. Y vale, Scarlett iba de corto, pero de blanco. De blanco! Y con un palabra de honor con rosas bordadas y el pelo recogido!


En fin, el baile ése de inauguración era de Bruce Springsteen, pero no me fijé mucho, porque no podía quitarle los ojos al novio inventado de Scarlett. Lo que vi fue simplemente impresionante: el novio inventado de Scarlett era real. Real de verdad. De verdad de la buena. Con su carne y todo. Y se movía, y hablaba. Incluso me saludó. Muy fuerte.


Ahí es cuando me di cuenta de que si no me tomaba tres gintónics seguidos me iba a morir en cualquier momento, pero los gintónics (maldita desgracia) los servían de uno en uno.


Aparte de la novia, no conocíamos a nadie más. Ah, sí, mira, allí está nuestra correctora. "Correctora, correctora!", le gritamos Peter Parker y yo agitando mucho el brazo, como cuando ves a alguien y te hace ilusión porque hace mucho tiempo que no le ves. La correctora también agitó el brazo desde lo lejos, se acercó... y creí morir otra vez. Llevaba el puto mismo vestido que yo.


Pero el mismo, el mismo. Igual. Idéntico. Clavado. Diría que de la misma talla y todo.


Entonces me arranqué los tirantes, para disimular, y corrí a la barra a pedirme otro gintónic, que me bebí en trentaiséis segundos, y planeé evitar a la correctora durante toda la fiesta para que nadie se diera cuenta de íbamos vestidas igual, y luego, claro, me pedí otro gintónic e intenté bailar un poco y olvidarme de lo que estaba ocurriendo.


Según Scarlett eso no era una boda, pero sonaba Paulina Rubio, Shakira, Chayanne. Camilo Sesto. Los hombres G. "Freedom" (el tema más surrealista para una boda). En fin, si eso no era una boda, el novio tampoco existía, lo cual era lo que yo había creído hasta entonces. Por lo tanto, no hay nada descartable.


Por el contrario, si eso era una boda, lo lógico era ligar un poco, conocer al hombre de tu vida o el hambre de tu noche. Pero tampoco.


Al final, alguien nos lanzó un ramo. O, bueno, nos lo puso en las manos. Fue la madre de la novia y lo que nos dio era un ramo de centro que pesaba un huevo, y cuyas flores se están marchitando en la mesa de mi comedor. Supongo que a modo de metáfora.


Y ésta es la historia de la NO-boda de Scarlet Ojalá con su novio inventado. Hay que joderse. Amén.

El juego de las diferencias




No hay dos fotos por error. Esto es un pasatiempo. Tienes que encontrar las diferencias: las dos novias parecen iguales, pero no lo son.

Fíjate bien en una foto y en la otra.

¡Fíjate otra vez, con un poco más de atención!

Si te has dejado los ojos en las fotos y no has apreciado ninguna diferencia, es que no has mirado bien en el interior.

Aquí tienes la solución:

-La de arriba acapara todas las conversaciones hablando de su boda y de los preparativos.
-A la de abajo no le gusta mucho hablar de ella, y de cuestiones sobre si las flores del ramo van a ser rosas o blancas, menos todavía.

-La de arriba cree que el día más importante de su vida será el día de su boda.
-La de abajo nunca dejó que ese momento le nublara ni sus otros momentos ni los de los demás.

-La de arriba dejó de ser persona para pasar a ser novia.
-La de abajo nunca quiso dejar de ser persona y le preocucaban más sus cambios laborales y el robo de su casa mientras estaba de vacaciones que contar batallitas sobre la disposición de las mesas.

-La de arriba revienta si no explica que se casa.
-La de abajo se pone roja si alguien lo menciona.

-La de arriba siempre había soñado con ser princesa por un día.
-La de abajo ni siquiera sabía que llevaba a una princesa dentro.

Y ahora viene la adivinanza de verdad: ¿cuál de las dos crees que es Scarlet Ojalá?

jueves, 13 de septiembre de 2007

Pope no puede morir

Si quieres que Pope resucite manda al 7777 el mensaje Popetienequeserpapa.

No servirá nada para nada, porque la muerte no tiene remedio y los guionistas tampoco.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Blandiglups


Lo último que mira un lector de diarios es el nombre de quien firma cada noticia. Bueno, eso si lo mira. De hecho, no suele mirarlo nunca, con lo cual, no es lo último que mira, sino lo que no mira. Claro que, visto así, un lector de diarios tampoco mira las líneas que hay por debajo de la segunda línea. Es decir, que podríamos escribir las noticias sin firmarlas y sin poner nada más que dos o tres frases.

En realidad, los únicos que más o menos saben quiénes somos son aquellos profesionales próximos al periodismo. Jefes de prensa, por ejemplo, y gente con cargos por el estilo, rollo "hoy me la chupas y mañana te dejo que me des por detrás" que, día a día, tienen que ponerse en contacto con nosotros mediante casi todo tipo de posturas sexual-vejatorias.

Esos nos han visto de cerca. Nos han visto desde arriba y lo harán algún día desde abajo; nos han visto a cuatro patas, pero también blandiendo el látigo. Y la verdad sea dicha: nos adoran.

Por eso resulta curioso que ni siquiera ellos sepan quiénes somos en realidad.

Hoy mismo, me he encontrado a uno de esos especímenes y me he hecho pasar por una superperiodista experta. Le digo: "Ya me han dicho que te has partido una pierna"

Y el especimen: "No puede ser que lo sepas! Si ha pasado esta misma mañana! Quién te lo ha dicho???".
Y yo: "Por favor! Cómo puedes poner en duda mi profesionalidad!".
Y el especimen: "Pero, pero, pero... ¡si casi lo has sabido antes de que ocurriera!".
Y yo: "Oh, no, por favor! Eso me convertiría en una mafiosa".
Y ella (porque algo así sólo podía pasar con una mujer): "Ya lo tengo, ya lo tengo, ya lo tengo! Te lo ha contado Coco Papel, porque nos hemos encontrado en la escalera y ha visto cómo cojeaba, y te lo ha contado, estoy segura!"
Y yo: "Pues yo tenía entendido que Coco Papel estaba de viaje en Buenos Aires".
Y ella: "Qué va, si desde que empezó a trabajar con nosotros no ha faltado ningún día".
Y yo: "Coco Papel trabaja con vosotros? Yo creí que todavía era mi jefa!"

Entonces se ha hecho un silencio muy denso, como de Blandiblub. La verdad es que ya había olvidado el Blandiblub hasta que ayer Peter Parker me enseñó su nueva gelatina de baño, pero bueno, está bien que lo haya recordado porque el silencio que se ha hecho entre especimen y yo era efectivamente de Blandiblub.

Y ella ha hecho: Blups!

Hace años que el especimen está en contacto con el Equipo T sin saber que el Equipo T existe. Tenemos lo que se llama una "relación profesional". Lo que me pregunto es: ¿siempre ha creído que Scarlett Ojalá era Coco Papel? Cuando hablaba con Scarlett Ojalá por teléfono, ¿creía que estaba hablando con Coco Papel? Cuando Scarlett Ojalá se incorporó a su empresa... ¿pensaba que quien se incorporaba en realidad era Coco Papel?

Porque, de hecho, quien me ha informado de que el especimen se había partido una pierna ha sido Scarlett Ojalá, y no Coco Papel, que está de viaje en Buenos Aires.

Nadie sabe quiénes somos y no somos nadie.

En cualquier caso, hubiera podido adivinar que el especimen se había partido la pierna. Ha mantenido la conversación que he transcrito a la pata coja.

¡Malditas leyendas urbanas!


Una vez oí en algún sitio que en las revistas se vivía mejor. Yo me creé entonces una pequeña pero lujuriosa fantasía: me imaginaba trabajando en la redacción de un mensual, con un horario concreto, con una máquina de café lo suficientemente acogedora como para pasarte horas de tertulia delante de ella y con el tiempo de sobras para trabajar a gusto sin tener una mosca cojonera (llámale hora de cierre, llámale jefe superior persecutorio, llámale x) cuestionando cada movimiento.

Ahora que he pasado los 30, mi fantasía se ha hecho realidad. ¡Y me cago en aquel que dijo que en las revistas se vivía mejor! Es evidente que NUNCA había trabajado en una de ellas (y si lo hizo, debía de ser anual).

Acabo de superar mi primer cierre tras una semana y media reventando el horario y haciendo cafés infernales en un tiempo récord (el justo para pillarlo de la máquina y llevarlo corriendo a la mesa). Y el tema del jefe superior, mejor ni lo comento...

martes, 4 de septiembre de 2007

Cambio y cierre (que no cambio de cierre)

¿Por qué un cierre es igual en Cataluña que en el mundo entero? Yo no he notado ninguna diferencia...