jueves, 23 de octubre de 2008

Co-razón


¿Cómo es posible que la palabra corazón lleve consigo a su peor enemigo, la razón?

¿O quiere decir que la razón participa también del corazón, como copropietario o codirector? Si fuera así, el lío está armado igual: ¿quién manda más de los dos?

Ambos se disputan el dominio de las acciones de su portador/a, que se vuelve loco al no poder atender a los gritos de ambos a la vez. A ratos uno se deja dominar por el corazón; en ocasiones, quien manda es la razón. A veces ninguno de los dos y en otras los dos manejan a la par la centrifugadora en noches solitarias. También pasa que cuando manda el corazón, ante el fracaso estrepitoso, es la razón quien castiga; y lo hace duramente, como sólo ella sabe hacer: “Ya te dije que esto pasaría”. En caso contrario, si ordena la razón y la cagada es monumental, el corazón se encoge en sí mismo y luego cuesta un montón que se suelte.

Es todo muy esquizofrénico. No debería extrañarme. La misma palabra lo es.

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