martes, 16 de septiembre de 2008

Abre los ojos




Es muy recurrente soñar que te mueres. Aunque en realidad, en los sueños nunca llegas a morir: siempre hay un sobresalto que te despierta antes. A veces nos vemos muertos (en el ataúd o gente en nuestro entierro), pero no es lo mismo que vivir tu muerte en sueños. Dicen que si eso pasa, ya no despiertas jamás; pero claro, ¿quién ha vivido para contarlo?

Lo que hizo diferente el sueño que tuve el otro día es que mi muerte tenía plazo: me envenenaron con una especie de fruto oloroso y sabía que me iba a morir en 48 horas.

¿Qué hacer en mis últimas 48 horas? ¿De qué personas me daba tiempo a despedirme? ¿Podré llegar cuerda a mi último suspiro? Ninguno de estos interrogantes se me pasaba por la cabeza en ese sueño: lo único que quería era dormir (como si no lo estuviera haciendo ya...). “Si duermo”, me argumentaba a mí misma en el sueño, “no sufriré ni me enteraré de nada”.

¿Es ésa la actitud que tendría si me sucediera algo así en realidad? La pesadilla empezó cuando me desperté: mi cobardía me da miedo.

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