jueves, 6 de septiembre de 2007

¡Malditas leyendas urbanas!


Una vez oí en algún sitio que en las revistas se vivía mejor. Yo me creé entonces una pequeña pero lujuriosa fantasía: me imaginaba trabajando en la redacción de un mensual, con un horario concreto, con una máquina de café lo suficientemente acogedora como para pasarte horas de tertulia delante de ella y con el tiempo de sobras para trabajar a gusto sin tener una mosca cojonera (llámale hora de cierre, llámale jefe superior persecutorio, llámale x) cuestionando cada movimiento.

Ahora que he pasado los 30, mi fantasía se ha hecho realidad. ¡Y me cago en aquel que dijo que en las revistas se vivía mejor! Es evidente que NUNCA había trabajado en una de ellas (y si lo hizo, debía de ser anual).

Acabo de superar mi primer cierre tras una semana y media reventando el horario y haciendo cafés infernales en un tiempo récord (el justo para pillarlo de la máquina y llevarlo corriendo a la mesa). Y el tema del jefe superior, mejor ni lo comento...

4 comentarios:

Marta Luth dijo...

Mmmmmmmmmm, pues si supieras lo que es un cierre sin ti, aquí en los suplementos semanales...

Alberto Ramos dijo...

Quizás se referían a las revistas de vedettes.

Scarlet Ojala dijo...

Bueno, en teoría en las revistas de nuestra profesión no vamos vestidas con plumas ni enseñamos el muslo, aunque a veces nos hemos visto obligadas a cosas mucho peores...

Marta Luth dijo...

Los cierres pueden contarse en "uno más" o en "uno menos!", depende de las ganas que tengas de que salga el próximo número y de las que tengas para quitártelo de encima.