martes, 6 de febrero de 2007

Fago somos todos

El detonante: una botella de aceite de oliva ha desaparecido de la redacción. Su ubicación: dentro de un cartón, que a su vez estaba dentro de una cesta, tras la mesa de su propietario legítimo. ¡Cómo está la vida! y, sobre todo, ¡el aceite está por las nubes! Pero lo más importante del hecho es la frase que ha salido de la boca de muchos: "El ladrón está entre nosotros". O, como decían en Fago, el culpable puede ser cualquiera.

Todos nos convertimos en sospechosos. Y a mí, aunque me hace gracia eso de estar entre los "supuestos", lo de ser sospechoso me hace sentirme culpable, vete a saber por qué.

Entonces empezamos a teorizar, con los ojos entornados, mirando de un lado a otro. Tiririri, tiririri. Una pista: el culpable ni siquiera ha tocado la botella de vino que estaba al lado de la de aceite, en la misma cesta. Eso ayudará con el perfil.

Aprovecho esta entrada para introducir uno de los interrogantes que me quita el sueño: ¿Por qué la línea azul no va a ningún sitio útil? Seguro que muchos me responderán con ejemplos de un punto concreto, pero dudo que nadie me pueda dar una conexión práctica y real entre dos paradas. No se valen transbordos!

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