martes, 6 de febrero de 2007

Llueve pero no llueve


Ayer llovió y no nos enteramos. Tenemos grandes ventanales delante de nuestras caras, pero como la pantalla del ordenador, con sus sopas de letras, se interpone en nuestra mirada, a las ventanas, ni caso. Luego pasa lo que pasa, que sales a la calle y te sorprende que el suelo esté mojado. ¿Ha llovido?, te preguntas. ¿Y cuándo coño ha sido eso? ¿En qué momento de la tarde, larga, interminable, se ha puesto a llover sin siquiera enterarnos?

Estas preguntas sólo tienen una respuesta: da igual el momento en el que las nubes empezaran a descargar porque la única verdad, la verdad de la buena, es que somos unos pringados y a los pringados les resbala la lluvia. Se supone que los periodistas deberíamos enterarnos de todo, pero lo único que sabemos a ciencia cierta es que el tiempo (el de las horas y el meteorológico) pasa fuera mientras nosotros estamos aquí dentro.

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